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🎧 AudioQuin ✅ Secretos Del Ayer

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Cuando Wolf O’Malley volvió al pueblo tras seis misteriosos años de ausencia, se sintió irresistiblemente atraído por su amiga de la infancia, Sarita López. Su instinto protector se agudizó cuando descubrió que el pretendiente de la joven ansiaba más sus tierras que a ella.
Solo había una manera de convencer a Sarita de que se olvidara de aquel hombre y se convirtiera en la señora O’Malley: tendría que descubrir su alma ante la mujer a la que realmente amaba. Porque, cuando todos los secretos fueran revelados, ¡no sería precisamente la tierra sin lo que Wolf no podría vivir!


Resumen...

Volver a Lost River no formaba parte de los planes de Wolf O'Malley. Pero hacía un par de días que se había enterado de la muerte de su padre, acaecida dos meses atrás. La noticia lo conmocionó, pero no había ido a presentar sus últimos respetos a su padre. Había ido por el respeto que conservaba a la memoria de su madre y para reclamar lo que le correspondía por derecho.

Willow O'Malley murió cuando él tenía diez años, pero el tiempo no había apagado su recuerdo. Wolf sabía que el espíritu de su madre no descansaría tranquilo mientras su tierra siguiera en manos de Katherine O'Malley, la segunda esposa de Frank. La sorpresa era siempre una ventaja, y, en lo que a Katherine se refería, habría sido una tontería no utilizar cualquier ventaja con la que uno pudiera contar. Se había levantado antes del amanecer, y ahora, mientras los primeros rayos de sol asomaban por el horizonte, se encaminaba hacia la tumba de su padre, al cementerio en el que se hallaban enterradas cuatro generaciones de los O'Malley.

Wolf se detuvo junto a un árbol cercano para observarla. Había madurado, había perdido su aspecto de niña picaruela, pero estaba seguro de que aquella mujer era Sarita Lopez. Mientras la observaba, la mujer inclinó la cabeza y unió las manos en actitud de orar. Abandonando la protección del árbol, Wolf entró en el cementerio vallado.

Sarita se irguió de repente al oír el ruido de pasos. Nadie solía acudir tan temprano al cementerio. Lo último que quería era que alguien averiguara que solía visitar las tumbas de los O'Malley. Pero lo cierto era que podía sentir con toda nitidez el calor que irradiaban las manos de aquel hombre a través de la tela de su blusa.

Sorprendido por las palabras de Sarita, Wolf miró la lápida de la tumba ante la que le había visto depositar una flor. Al ver que las mejillas de Sarita recuperaban su color normal, la soltó. El avión ardió tras el impacto. Al parecer, el piloto no se molestó en añadir su nombre a la lista de pasajeros y nadie debió fijarse en que entraba en el avión.

Debí salir lanzado por la ventanilla del avión y me golpeé con algo en la cabeza, porque perdí el sentido. Mi muerte suponía una solución tan buena como cualquier otra para los conflictos que tenía con mi padre. Todo el mundo en el pueblo sabía que Wolf se fue por los amargos sentimientos que existían entre él y su padre. Era posible que no le importara, pero Sarita pensó que merecía saber que su muerte afectó mucho a su padre.

Tomo casi a diario el atajo del cementerio para rezar ante la tumba de mis padres y de mi abuela. Bi a tu padre muy a menudo aquí. Saber que su padre había sentido remordimientos provocó una momentánea grieta en la armadura de cinismo de Wolf, pero los recuerdos la sellaron de inmediato. Sarita aún tenía dificultades para asimilar el giro de los acontecimientos.

Por primera vez tras la muerte de mi madre encontré la paz junto a él en los bosques. No había motivo para que la muerte de Wolf la hubiera afectado como lo hizo. Wolf la miró. Tenía razón respecto a que probablemente no quedaba nadie que lamentara su muerte.

Katherine, su madrastra, le enseñó a ser desconfiado y cortante. Para cuando se fue a inspeccionar las posesiones de su padre en Alaska, había conseguido alejar a mucha gente de su lado. Wolf se volvió hacia la tumba de su padre. No había sido totalmente sincero con Sarita.

Admitió a regañadientes que, al menos en parte, se quedó en los bosques con Joe para esconderse, para huir de los constantes enfrentamientos con su padre. Cuando el cosquilleo que sentía en la parte trasera del cuello cesó, Sarita miró por encima de su hombro y vio a Wolf mirando la tumba de su padre. No tenía sentido que el hecho de que Wolf estuviera vivo significara tanto para ella. Y desde el principio, Wolf O'Malley y ella se habían llevado mal.

Probablemente, Wolf estaría pensando que debía estar muy sola para malgastar su tiempo deteniéndose frente a la tumba de un hombre que ni siquiera fue su amigo. No sé cómo eres capaz de pasar por ese cementerio cada mañana. Sarita no pensaba ponerse a hablar de Wolf O'Malley. Había elegido una hora muy temprana para visitar el cementerio.

Las peleas no son buenas para la digestión de los clientes. Jules, de cincuenta y ocho años, viudo, calvo y un poco grueso, puso una exagerada expresión de disgusto. Arrepentida, Gladys pasó un brazo por sus hombros. Lo cierto es que tu comida es muy buena.
Jules volvió a sonreír. Jules se mostró decepcionado. Sarita dice que siente algo extraño en el ambiente. Jules miró a Sarita.

Una llamada en la puerta hizo que todos se volvieran hacia ésta. Gladys fue a decir algo pero fue interrumpida por una nueva y más sonora llamada a la puerta. Sarita lamentó no haber mantenido la boca cerrada. Cuando Wolf O'Malley quisiera que la gente supiera que había vuelto, así se lo haría saber.

Comprendiendo que no iba a sacar nada más de su compañera, Gladys sonrió. Cliente hambriento destroza puerta de cafetería para conseguir comida. Charlie ni siquiera ha pedido una tortilla. A lo largo de los siguientes minutos fueron llegando los clientes habituales de la mañana.

El sheriff y un par de agentes se unieron al alcalde en la mesa de siempre. Bradford Dillion ocupó su asiento habitual en la parte trasera. Mayor, desgarbado en su traje de tres piezas, había sido desde siempre el abogado de la familia O'Malley. A Sarita le caía bien y agradecía que su mesa estuviera en la zona que le correspondía atender.

También agradecía que no lo estuviera la de Greg Pike. Pero para Sarita resultaba demasiado adulador. Como siempre, Henry Jarrot, el presidente del banco de Lost River y antiguo socio de Frank O'Malley, se unió a él en la mesa. En cuanto a ti, tendrías una buena cantidad en el banco.

Mi abuelo acepta trabajar en los jardines de otros porque le gusta mantenerse ocupado. Además, no comprendo por qué le interesa tanto la tierra de mi abuelo. Quiere asegurar la intimidad de sus clientes teniendo las tierras que rodearán los edificios principales, y también quiere contar con terreno suficiente para que puedan montar a caballo. Además, piensa que ese riachuelo que hay en el cañón de tu abuelo sería como un oasis en medio de esta árida tierra.

Se quedó boquiabierto y Sarita vio que Henry Jarrot se ponía pálido como una sábana. Todo el mundo miraba hacia la puerta. Suponiendo que Sarita ya habría puesto a la gente al tanto de su llegada, había decidido que sería una pérdida de tiempo mantenerse oculto hasta ir al bufete de Bradford. Sarita vio de reojo cómo se transformaba la asombrada expresión de Henry en otra más amistosa.

Wolf se detuvo y se volvió hacia el antiguo socio de su padre. Henry la estrechó y añadió una palmada a los hombros de Wolf. Wolf alzó una interrogante ceja. Katherine se quedó con la casa, una buena suma de dinero y todas sus pertenencias personales, pero el resto, incluyendo el negocio, se dividió igualmente entre ella, tú, tu hermanastra y tu hermanastro.

Wolf lo miró. Wolf suspiró, aliviado. Sarita, que se había retirado unos pasos, vio que Greg apretaba el puño en torno a la servilleta. Era la tierra de la madre de Wolf, adyacente a la del abuelo de Sarita, la que Katherine había destinado a su balneario.

De hecho, era raro que Greg no hubiera salido corriendo a avisar a Katherine O'Malley. Aún avergonzada de que Wolf la hubiera encontrado ante su tumba, habría preferido mantenerse apartada. Cuando Henry Jarrot volvió a su mesa, Sarita se acercó a la de Bradford. Sarita Lopez nunca se había comportado como él esperaba que lo hiciera.

Alegrándose de haber seguido sus instintos, Sarita pensó que era la primera vez que Wolf y ella no discutían tras la segunda frase. Nos hemos encontrado en el cementerio. Sarita ha creído que era un fantasma. Agradeciendo que no hubiera mencionado que la había encontrado ante su tumba, Sarita vio que Wolf la miraba como diciendo que estaban en paz.

Wolf miró el menú. Cuando fue a dejar el pedido de Wolf en la ventana de la cocina, Jules le hizo una seña para que pasara al interior. Y ahora debo volver con los clientes. Pero antes de que pudiera escapar, Gladys entró en la cocina.
Jules parecía confundido. Su madre era Willow Pluma Azul. Gladys asintió. Jules volvió a mirar por la ventana de la cocina.

Murió a causa de alguna complicación relacionada con la gripe cuando Wolf tenía diez años. Su padre se casó con Katherine cuando cumplió los doce. Claudia es hija de Frank y Katherine, pero creo que sólo la tuvo para satisfacer a Frank. Cualquiera puede darse cuenta de que Katherine sólo piensa en Preston.

Jules asintió. Sarita sólo había escuchado a medias. Estaba recordando lo mal que se tomó Wolf la muerte de su madre. Él le respondió con un gruñido y Sarita nunca volvió a acercarse.


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