Holden Hathaway creía que Jazzlyn era igual que él. Y aparentemente, llevaba razón. Ninguno de los dos quería mantener relaciones estables. De hecho, antes de conocerlo a él, Jazzlyn siempre había terminado sus relaciones con los hombres tras la tercera cita. Sin embargo, Holden era el hombre más interesante que Jazzlyn había conocido nunca y, de pronto, ella empezó a desear algo más, lo más extraño fue que a Holden, que hasta entonces había sido un soltero empedernido, no pareció importarle.
Resumen...
Jazzlyn sabía que nunca se casaría. Como cualquier muchacha de veintidós años, salía de vez en cuando con alguno, pero tan pronto como veía en ellos la intención de tomarse la relación en serio, ella escapaba. Su récord de citas con un mismo hombre era de tres hasta el momento. Se puso a pensar en el matrimonio, a pesar de que ella sabía que no iba a casarse nunca, porque recordó que su padre tenía una relación cada vez más estable con su pareja actual.
Grace Craddock era toda una señora. Algo que no se podía decir de las mujeres que habían acompañado anteriormente a su padre. Aquellas otras habían estado con su padre no más de dos o tres meses. Seis meses hacía que Jazzlyn había sido presentada a aquella mujer que su padre había conocido en una fiesta de navidad.
Grace era más mayor que las otras mujeres que su padre había llevado otras veces a casa. Tenía como cincuenta y cinco años, dos más que Edwin Palmer, y se había divorciado de su presumido marido algunos años antes. El padre de Jazzlyn se había casado tres veces, pero estaba pensando en casarse una cuarta. A Jazzlyn le preocupaba aquello.
Deseaba que su padre fuera feliz, por supuesto, y que también lo fuera Grace. Había tomado mucho cariño a la mujer. La muchacha no estaba muy segura. La madre de Jazzlyn había muerto cuando ella tenía cinco años y había crecido con dos diferentes madrastras y una sucesión de tías en una casa tan cargada de tensión, discusiones y acusaciones, que a veces su padre la enviaba a casa de sus abuelos por un tiempo.
Como resultado de todo ello, Jazzlyn supo desde temprana edad lo que era el matrimonio, lo que pasaba con las parejas. De manera que, sintiéndose bastante satisfecha con su trabajo y medianamente feliz con su vida, Jazzlyn llegó a su casa de las afueras de Buckinghamshire. Al entrar, fue recibida por el perro más desaliñado del universo. Jazzlyn puso el agua a hervir.
Su padre seguramente habría oído el coche y se acercaría a tomar una taza de té con ella, siempre que no estuviera muy concentrado en el cuadro que estuviera pintando en aquel momento. El perro movía el rabo de un lado a otro y al escuchar la palabra galleta, comenzó a agitarlo con más intensidad. Jazzlyn le estaba dando una galleta canina y preparando la tetera, cuando vio un coche grande y elegante que se acercaba por la avenida. No era extraño que su padre tuviera de vez en cuando algún cliente rico que iba a que le hiciera un retrato.
Su padre también podía haberse hecho rico si hubiera aceptado todos los encargos que le salían, pero no le gustaban los retratos y prefería pintar algo creativo. Hecho que, por otro lado, no importaba lo más mínimo ni al padre ni a la hija. Rembrandt comenzó a ladrar antes de que el coche se detuviera. Jazzlyn ordenó al perro que se callara, mientras observaba al hombre alto y moreno que salía del coche.
La muchacha salió de la cocina y cerró la puerta para que el perro se quedara encerrado. Excepto algunos pelos de perro, su aspecto era tan limpio como lo había sido al salir de casa. El timbre de la puerta sonó y fue corriendo a abrir. No debía hacer esperar a los clientes de su padre.
Abrió la puerta y vio al hombre alto. Jazzlyn esbozó una sonrisa amable y natural, en espera de que él anunciara el propósito de su visita. Por extraño que pudiera parecer, el hombre no dijo nada, sino que se la quedó mirando unos segundos. Su voz era suave y agradable y Jazzlyn supo que habría seducido a más de una mujer.
Jazzlyn lo llevó hacia el salón, dándose cuenta de que no le había preguntado si tenía una cita para ver a su padre. Intentó arreglar el error cometido al entrar al salón, pero el teléfono comenzó a sonar en ese momento. Ella no había sido muy cariñosa con él al darse cuenta del giro que estaba tomando la relación e imaginaba que él se había dado cuenta, pero, al parecer, se había equivocado. Le caía bien Tony, de otra manera no habría salido con él, aunque odiaba herir los sentimientos de cualquiera.
«¡Comprometidos! repitió mentalmente Jazzlyn. La muchacha tenía un corazón tierno y no le gustaba tener que ser tan tajante, pero ante la sugerencia de Tony sobre un posible matrimonio, se quedó helada. Aunque estaba nerviosa y enfadada, luchó por no colgar el teléfono bruscamente y esperó educadamente a que él primero se despidiera. Luego, tomando sus palabras como una despedida, dejó despacio el teléfono.
Comenzaba a sentir una especie de tristeza por haber herido los sentimientos de Tony, mezclada con cierta irritación por las intenciones de éste. La proposición de Tony, porque era evidente que le había sugerido que se casaran, le había hecho olvidarse por completo del visitante de su padre. Además, éste se suponía que tenía que estar en el salón, esperando sentado y, por tanto, alejado de ella y del teléfono. El hombre alto y moreno había ignorado el ofrecimiento de ella de ir a sentarse al salón y no se había movido ni un centímetro.
Es decir, que se había quedado a su lado y debía de haber escuchado cada palabra de su conversación con Tony Johnstone. Jazzlyn comenzó a sentirse molesta y deseó poder recordar cada palabra de la pelea. Le apetecía mucho más decirle que se metiera en sus asuntos, pero recordó que era un cliente de su padre. Jazzlyn no tenía la más mínima intención de continuar con aquel tema.
Extrañamente, sin embargo, quizá por el aspecto impresionante de aquel hombre, o quizá por su tendencia extrovertida y sincera, le contestó. En ese momento Jazzlyn se recuperó y decidió cambiar de tema educadamente. Aquel hombre, sin ningún esfuerzo, la hacía reír, cuando estaba bastante enfadada. El hombre la observó y pareció gustarle lo que veía.
Justo cuando ella se preguntaba qué otra cosa, que no era de su incumbencia, le preguntaría, oyó sonidos que indicaron que su padre se acercaba. Jazzlyn y Rembrandt se marcharon durante más de una hora y cuando volvieron a casa, ella ya estaba recuperándose de la sensación de culpa que le había producido herir los sentimientos de Tony Johnstone. Admitía que ella había roto la regla de salir con un hombre por cuarta vez, pero también era cierto que no le había dado la más mínima muestra de cariño para que él pensara en algo serio. Si hubiera dado a entender que deseaba una relación más íntima, ella se habría negado a salir la última noche.
Grace no tenía hijos, pero sí tenía un sobrino. Grace nunca había mencionado el apellido, pero sí que había repetido su nombre de pila varias veces. Es un hombre muy ocupado el señor Hathaway. Como sabes, está pasando unos días con su hermana mayor, la madre de Holden.
Éste pensaba llamarnos por teléfono y al ver nuestra dirección en la guía se dio cuenta de que iba a pasar por aquí, de manera que decidió venir en persona. Grace al parecer ha hablado a su hermana de mí y de que últimamente nos estábamos viendo mucho. Entonces Holden ha pensado que quizá yo también estaba pensando en algo para el viernes. Jazzlyn recordó al hombre.
No tenía modo de averiguar si Holden Hathaway había sabido antes de su existencia o si ella había sido añadida al trío en el último momento. Pero incluso así, tenía mucha estima a Grace y le apetecía estar con ella para celebrar su cumpleaños. Jazzlyn se dio cuenta de que se acordó de Holden en bastantes ocasiones durante los días siguientes. Continuó acordándose de Holden de vez en cuando.
Y así pasó la semana hasta que el sábado recibió una carta de Tony Johnstone, declarándole su amor y pidiéndole que lo llamara. Sabiendo que no era capaz de llamarlo, Jazzlyn le escribió una carta diciéndole lo más suavemente posible que ella no lo amaba y que sabía que, aunque se lo había pasado muy bien con él y le caía estupenda mente, nunca lo amaría. El lunes Tony la telefoneó, como si esa carta hubiera sido el estímulo que él hubiera estado esperando. Ella acababa de regresar del trabajo y estaba saludando a Grace, que había llegado esa misma tarde, cuando el teléfono sonó.
Fue una larga conversación. Por lo menos, por parte de Tony. Aunque cuanto más hablaba, más fría se ponía Jazzlyn. Jazzlyn hizo un gesto negativo con la cabeza, al tiempo que se le ensombrecía el rostro, normalmente alegre.
Incluso soy capaz de hablar con él por teléfono sin enfadarme. El padre de Jazzlyn las interrumpió al entrar en ese momento. Jazzlyn notó que su padre estaba feliz. Tomó a Rembrandt y lo llevó a darle un corto paseo.
Mientras caminaba, se dio cuenta por enésima vez que no era Tony Johnstone quien le preocupaba, sino Holden Hathaway. Finalmente, Jazzlyn se preguntó si el trabajar para una firma de abogados no estaba volviéndola demasiado desconfiada con la gente. El perro estaba intentando jugar con un tronco de árbol y Jazzlyn se acercó. Grace se iba a quedar con ellos unos días y Jazzlyn reconocía que se alegraba de ello tanto como su padre.
Era un placer salir de su trabajo y encontrarse a Grace en casa. Era una mujer tranquila, suave, callada y que hacía unos guisos exquisitos. Jazzlyn intentó dejar de pensar en Holden Hathaway, así como en dejar de buscar las razones por las que no se había presentado. Era un hombre encantador y elegante y en los ambientes en los que se movía seguro que no tenía que molestarse en cosas tan triviales como explicar quién era o qué pensaba a nadie.
Jazzlyn también se alegraba de que Grace estuviera en casa por otros motivos. Tony Johnstone la había empezado a llamar todas las noches y eso se estaba convirtiendo en una enorme molestia, con lo cual le venía bien tener una persona cerca en la que confiar. Un mes de llamadas de Tony Johnstone no era ningún proyecto maravilloso para Jazzlyn, pero ésta se sintió mucho más tranquila después de haber hablado de ello con Grace. Jazzlyn, a pesar de que siempre salía pronto del trabajo, aquel viernes se retrasó.
De todos modos, llegó con tiempo suficiente para prepararse para la noche. Holden Hathaway debió de preguntar al padre de Jazzlyn, ya que The Linden era su restaurante favorito. Rex Alford, divorciado, de treinta años y propietario del restaurante, era amigo de Jazzlyn desde hacía varios años. La muchacha solía verlo en fiestas y también había salido un par de veces con él.
Habían seguido siendo amigos, sin embargo, y Rex incluso había negociado con el padre de Jazzlyn para que dejara algunos cuadros expuestos en el local. Holden llamó por teléfono aquella tarde para decirles que iría a recogerlos. Jazzlyn estaba en su habitación cuando escuchó que él llegaba. Grace se había puesto un vestido de color azul oscuro que le sentaba muy bien.
Jazzlyn, por su parte, con su cabello rubio suelto alrededor de los hombros, se puso un vestido negro sin mangas. Al ver a Holden Hathaway, de repente, experimentó la necesidad de saber que estaba muy guapa. Su padre la presentó. Jazzlyn notó la mano caliente de él sobre la suya.
Jazzlyn se sentó en el asiento delantero, a pesar de que Grace era la homenajeada, pero al volverse notó que ésta estaba de lo más alegre con Edwin Palmer. Su padre comentó que hacía muy buena noche y Grace hizo referencia a lo contenta que estaba y a los regalos tan bonitos que había recibido. Grace parecía emocionada y Jazzlyn se sentía muy feliz por ello. El retrato también había sido una sorpresa para ella.
Su padre había pintado a su madre fallecida y a su hija, pero nunca a ninguna otra mujer, a menos que sintiera cariño especial por ella. Jazzlyn le había regalado un pequeño libro de poesía que sabía que gustaba especialmente a Grace. Holden, por su parte, le regaló una pieza de porcelana que su tía había visto dos meses antes. Pero fue del retrato de lo que fueron hablando todo el camino hasta llegar al restaurante.
Jazzlyn no esperaba ver allí al dueño. Era viernes noche y sabía que Rex había contratado a empleados para librar algún día. Jazzlyn volvió la cabeza hacia el propietario de esa mano y pudo ver que Holden estaba algo impaciente porque se acabase esa conversación, de manera que pudieran pasar al pequeño anexo. Ella no sabía si sentirse indignada, sorprendida o arrepentida, pero antes de que lo pudiera aclarar, vio que su padre estaba haciendo las presentaciones y explicando que los cuadros que adornaban el local eran suyos.
Jazzlyn se puso a estudiar el menú sin poderse quitar de la cabeza la reacción de Holden Hathaway. De manera que Holden Hathaway no tendría que haberle recriminado nada. Bueno, quizá tenía que admitir que la actitud de Rex había sido como la de quien se piensa pasar charlando toda la noche, pero era su manera de ser. Y en cualquier caso, eso no tenía nada que ver con el entrometido señor Holden Hathaway.
De pronto, Jazzlyn se dio cuenta de que sus pensamientos estaban revelando que el señor Holden Hathaway no le caía demasiado bien. Al fin y al cabo, esa cena se celebraba en honor de Grace. Levantó la vista del menú y se quedó mirando fijamente al hombre en el que había estado pensando en silencio. Con cierta inquietud, Jazzlyn se dio cuenta de que no había conocido a ningún hombre que mostrara esa indiferencia hacia ella.
Lo cierto era que no había leído ni una sola palabra del menú, pero todos los restaurantes solían tener pescado los viernes. Luego, Holden Hathaway volvió la atención hacia su tía. Y porque ella era su tía y Jazzlyn la apreciaba, decidió olvidarse de lo que pensaba de Holden. Y no sabía si sería porque era el cumpleaños de su tía y él estaba siendo especialmente encantador, pero lo cierto era que a mitad del segundo plato Jazzlyn se lo estaba pasando muy bien.
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