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🎧 AudioQuin ✅ Amores Del Pasado

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¿Grandes tacones y grandes ingresos… o nada en los pies y mucho amor?
Alice Gunning creía tener una vida perfecta. Le encantaban su trabajo y su sofisticado apartamento y estaba a punto de prometerse en matrimonio. Pero entonces la abandonó su novio, la despidieron… ¡y le tocó la lotería!
Alice se refugió en un paraíso tropical para intentar decidir qué hacer con su vida. Y allí fue donde se encontró con Will Paxman, un amor del pasado.
Poco después le ofrecieron el trabajo de sus sueños en la ciudad y Alice se vio obligada a elegir entre su antigua vida… o el futuro junto a Will.

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Resumen...

Beth bajó los escalones del jardín y se dejó caer sobre una tumbona, al lado de Alice, que había pasado una mañana deliciosa en la piscina, relajándose mientras el sol tropical calentaba sus huesos y disfrutando, al fin, de unos minutos de soledad. El entusiasmo casi infantil de la mujer de Roger a veces podía ser agotador y desde que llegó a la isla, dos días antes, Beth hacía todo lo posible para que olvidase que Tony se casaría al día siguiente. Pero nadie podía ser amable o más optimista que Beth y la verdad era que podrían haber sido grandes amigas aunque no estuviera casada con Roger, su amigo del alma. Y aquélla era, después de todo, su piscina.

Una invitada correcta abriría los ojos y se sentaría en la tumbona para mostrar interés por lo que su anfitriona estaba contándole. Por otro lado, antes de salir Beth le había dicho que se relajara. Y ahora Alice estaba tan relajada que no encontraba energías para abrir los ojos. Sí, estoy segura de que lo conoces.

Beth era una persona muy sociable y tenía por costumbre acoger a cualquiera bajo su ala. Por desgracia, Alice era por naturaleza tan crítica y quisquillosa como Beth sencilla y amable. De modo que, poniéndose un brazo sobre los ojos, se resignó a que su amable amiga le relatase su encuentro con «alguien» a quien había conocido varios años antes y a quien nunca había esperado volver a ver. Solo tendría que decir un «¿de verdad?» o un «¿sí?» de vez en cuando para que Beth la creyera interesada.

Alice abrió los ojos de golpe. Will. Will, el hombre silencioso y serio de desconcertantes y burlones ojos grises. Will, que aceleraba su corazón cada vez que sonreía.

Alice llevaba años diciéndose a sí misma que había hecho lo que debía, pero saber que Will estaba en la isla la hacía sentir incómoda. No estaba preparada para pensar en Will. Beth seguía parloteando, sin darse cuenta de nada. Ocho años desde que Will le dio aquel último y apasionado beso.

Ocho años desde que se había alejado de su vida. Estaba sonriendo, como siempre, pero Alice había visto una sombra en sus ojos y supo que su amiga estaba pensando en todos esos años intentando quedar embarazada. Roger y ella habían querido tener familia desde el principio, pero la vida no les había sonreído en ese aspecto. Y, aunque cuando había gente en casa siempre se mostraban alegres, Alice sabía de su tristeza.

Es más una coincidencia que hayan destinado a Roger aquí. No hay muchos banqueros que tengan la suerte de trabajar en una isla tropical. Beth sonreía, encantada, y Alice empezó a preguntarse si su amiga estaría planeando emparejarlos. Beth era así.

Había sido ella quien sugirió que fuese a visitarlos para no estar en Londres mientras Tony se casaba. Un par de semanas de adoración masculina y te olvidarás de Tony para siempre. Y lo último que deseaba era que Beth lo llevase aparte para contarle los problemas de su «pobre amiga Alice». No quería que sintiera lástima de ella después de haberse jactado de lo maravillosa que sería su vida sin él.

De modo que tendría que decirle a Beth que olvidase su idea de emparejarla con Will Paxman. Y Will seguramente también estará de vacaciones. Bonaventure es una isla tan pequeña que debes conocer a todo el mundo. Tengo la impresión de que conoce la isla muy bien, pero es la primera vez que trae a su familia, así que supongo que piensan instalarse en Belice durante algún tiempo.

El estómago de Alice realizó un elaborado salto mortal al oír la palabra «familia». Beth asintió, sorprendida por su reacción. Will tenía una hija. Alice tuvo que hacer un esfuerzo para asimilar la idea de que Will era padre.

Era lógico que Will hubiera rehecho su vida, que hubiera buscado a alguien. No había vuelto a pensar en él cuando estaba con Tony. Si las cosas hubieran salido bien, también ella estaría casada. ¿Habría sido la noticia menos sorprendente de haber estado casada con Tony?, se preguntó.

Entonces se percató de que Beth la miraba con sorpresa. Pero le invité a la fiesta de mañana y él me dijo que vendrían, así que supongo que la conoceremos entonces. Imaginar a Will casado ya era suficientemente difícil como para tener que conocer a su mujer y sonreír como si no pasara nada. Ninguno de los grandes planes que había hecho para su vida había salido bien.

No estaba casada, no tenía hijos, ni siquiera tenía trabajo. Will, por otro lado, parecía tenerlo todo. Beth era encantadora, pero eso no significaba que fuese tonta. Will y ella habían roto de mutuo acuerdo diez años atrás y no se habían visto en ocho años.

Incluso consiguió sonreír, pero Beth seguía mirándola con expresión escéptica y Alice decidió contarle la verdad. Roger se la contaría de todas formas. Roger debería habérmelo dicho por si os ponía juntos en la mesa o algo así. Ella no se habría perdido la boda de Roger por nada del mundo y sabía que Will estaría allí.

Entonces estaba saliendo con un compañero de trabajo, Clive. Y sí, quizá Clive era un poquito estirado, un poco presumido, pero Will no tenía ningún derecho a decirlo en voz alta. Se habían encontrado, inevitablemente, en el banquete, y Alice hizo lo que pudo para charlotear sobre cualquier cosa mientras Will miraba a Clive sin disimular su desprecio. Ese Clive es aburrido, pretencioso y egocéntrico.

No es hombre para ti. Clive había bebido demasiado y no paraba de hablar de su deportivo y de sus famosos clientes. Estaba haciendo el ridículo y Alice tenía que hacer un esfuerzo para disimular lo mal que lo estaba pasando. Deprimida por su falta de juicio en lo que se refería a los hombres había salido a la terraza, pero si hubiera sabido que se encontraría con Will entre las sombras se habría quedado dentro.

Will era la última persona a la que quería ver en aquel momento. Había querido convencerlo de que su vida era maravillosa desde que se separaron, de que era feliz con su trabajo y con una relación de pareja extraordinaria. Pero después de ver a Clive metiendo la pata toda la noche, no había ninguna posibilidad. Mortificada por el comportamiento de su pareja y tensa porque llevaba horas intentando que Will no se percatase de cómo la afectaba su presencia, Alice no estaba de humor para discutir con él.

Alice no quería recordar esos momentos, de modo que apartó la mirada. Su corazón latía con fuerza y podía sentir la corteza del árbol clavándose en su espalda a través de la delgada tela del vestido. Intentó apartarse, pero Will la sujetó. No era un hombre particularmente alto, pero sí más fuerte de lo que parecía.

Su cuerpo, traidor, respondía a la cercanía del hombre, a su calor, tan conocido. Alice solía mirarlo cuando dormía, preguntándose qué tenía aquel hombre que la atraía tanto. Will Paxman no era especialmente guapo. En muchos sentidos era un hombre normal, pero había algo en él, algo único, no sabía qué.

Y, a pesar de sí misma, Alice sintió un escalofrío que la recorrió de arriba abajo. Cerrando los ojos, contuvo el aliento mientras él seguía besando su cuello, su garganta. Quería creer que Clive la quería. Ese Clive no quiere a nadie más que a sí mismo.

Luego Alice abrió los ojos y se encontró mirando la cara de Will muy de cerca, la cara que una vez la había hecho tan feliz. Solo podía mirarlo mientras el mundo parecía haber dejado de girar y solo existían Will y el roce de sus manos. Horrorizada, sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas cuando se inclinó para besarla, un beso fiero y apasionado que le llegó al alma. Sin pensar, Alice le echó los suyos al cuello.

No te preocupes por Clive, él tiene su deportivo y sus millonarios clientes para ser feliz. Y la verdad era, recordaba Alice ahora, que por un momento había vacilado. Se sentía segura, contenta. Despacio, como si le costara un mundo, Alice negó con la cabeza.

Nunca olvidaría la expresión de Will. Pasamos por esto mismo hace dos años, Will. Alice no podía, ni quería, contestar. «No es Clive», habría querido decirle.

Era que parecía que, por fin, tenía su vida controlada. Y sí, quizá Clive, y los otros novios que había tenido, no eran almas gemelas como lo habían sido Will y ella, pero al menos sabía dónde estaba. Will era como sus padres. Quería libertad, aventuras e independencia, pero Alice había aprendido que no se podía contar con eso.

Eran cosas estupendas, pero no te hacían sentir segura. De modo que lo único que pudo hacer fue mirar a Will hasta que él bajó las manos. Y desapareció de su vida. Alice suspiró.

Por un momento, el pasado le había parecido más vivido que el presente y su corazón era como un puño helado dentro de su pecho. Además, Will seguramente ni se acordará de mí. Will observaba, nervioso, mientras Lily tomaba la mano de Beth y se dejaba guiar hasta la piscina, llena de niños. Su hija parecía un poco aprensiva al principio, pero no se había aferrado a su mano ni lo había mirado como buscando ayuda.

Su hija era tan extraña para él como lo era para Beth, pensó amargamente. Ya verás, cuando termine la fiesta no querrá irse a casa. Eso era precisamente lo que Will temía, pero no quería cargar a Roger con sus problemas. Roger siempre había sido un buen amigo y la sincera alegría de Beth cuando se encontraron en el supermercado le resultó conmovedora, pero la verdad era que no le apetecía nada acudir a una fiesta.


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