Aquel rechazo fue el comienzo de su vida
Cuando su novio la rechazó en la radio, Georgia Stone tuvo que aprender a sobrevivir a la soltería. Por desgracia, y debido a una cláusula en su contrato, debía hacerlo bajo la atenta mirada de su serio productor radiofónico, Zander Rush.
Este le propuso hacer el proyecto el Año de Georgia, donde ella pudiera llevar a cabo todo lo que no había probado y recuperarse de ese revés emocional. Georgia descubrió entonces su gusto por la aventura. Y la mayor de todas era su coqueteo con el enigmático Zander. Pero el desafío más aterrador era reconocer que estaba preparada para algo más.
Resumen...
Día de San Valentín, 2012
Una docena de ojos curiosos siguió a Georgia Stone al elegante ascensor de Radio EROS sin tratar de ocultar el interés que despertaba. Y humillación. Había logrado darles las gracias a los desconcertados locutores antes de abandonar el estudio, sabiendo que los programas de la emisora de radio se retransmitían por un sistema de altavoces por cada oficina de cada planta. La famosa declaración de San Valentín del Año Bisiesto había terminado espectacular, horrible y públicamente mal.
No has debido de oírme, dijo el hombre de pelo oscuro con labios tensos. Giró hasta quedar de espaldas a ella, dejando que en esa ocasión las puertas al fin se cerraran, y le ofreció una vista fabulosa de la parte de atrás de su traje caro. El sótano tiene unas puertas con control electrónico. No le quedaba otra alternativa que un vestíbulo atestado.
Yo saldré por el sótano, indicó él sin volverse otra vez.
Las puertas van a abrirse primero en el vestíbulo. Fue hacia su izquierda en el momento en que las puertas se abrían al vestíbulo de la emisora. El ascensor se llenó de luz y ruido, pero ella permaneció anónima y protegida detrás del desconocido, ese cuerpo grande tan bueno como una puerta cerrada. Suspiró... Intimidad y alguien que la protegiera... sospechaba que eran dos cosas que acababa de erradicar de su vida para siempre.
Señor Rush... dijo alguien en el vestíbulo. El hombre grande simplemente asintió. No tardaré mucho, se encogió de hombros. Y las puertas se cerraron, volviendo a dejarlos solos.
Georgia hundió los hombros y se secó una solitaria lágrima que le había caído por la mejilla. Únicamente tardaron un momento en llegar al sótano. Él salió del habitáculo en cuanto las puertas se abrieron y echó el brazo hacia atrás con el fin de impedir que se cerraran. Gracias repitió, saliendo al oscuro aparcamiento.
Espera junto a la puerta, fue lo único que dijo antes de dirigirse a un Jaguar negro. Debió de activarla desde el interior del vehículo, ya que la enorme puerta de enrejado metálico comenzó a deslizarse hacia ella mientras él adelantaba el coche, bajaba la ventanilla y miraba a través del asiento vacío del acompañante. Georgia se inclinó. Buena suerte, dijo antes de cruzar la puerta que aún seguía abriéndose.
Había sido el trayecto en ascensor más largo de la vida de Zander. Atrapado en dos metros cuadrados de acero reforzado con una mujer que sollozaba. Lo había golpeado nada más entrar en el ascensor, cuando ya era demasiado tarde para retroceder y dejar que bajara sin él. Sabía quién era esa mujer.
Pero no lo había sabido al correr hacia las puertas que se cerraban. Se había lanzado hacia la central de la emisora antes de que le gritaran que se presentara allí. Nunca quería que alguien situado más alto que él en la cadena alimentaria lo encontrara sentado a la espera de que lo llamara. Cuando terminó de atravesar Londres ya había encontrado una solución para esa chapuza en directo, convirtiendo en positivo algo negativo.
En directo se aceptaba, y luego, en la intimidad, se daba marcha atrás si no era lo que se deseaba. Al parecer, ese sujeto era el Señor Cinco Por Ciento. Sin embargo, su humillación se había visto limitada a su familia y amigos. La de Georgia Stone se extendería ese día por toda la ciudad y al siguiente por el mundo.
Alta, pálida y bonita, con el oscuro cabello corto y ondulado. Se había vestido casi de etiqueta para la declaración, un toque dulce e inesperado en el mundo informal de la radio. Pero para el gran momento, Georgia Stone se había puesto un sencillo vestido de un rosa claro y finos tirantes en los hombros... casi un vestido nupcial en sí mismo si alguien quisiera casarse en una playa de Barbados. Demasiado ligero para febrero, lo que demostraba que las proposiciones públicas no eran lo único en lo que la bonita señorita Stone no reflexionaba demasiado.
Él le había dado el visto bueno a esa promoción de San Valentín. Tan atractiva para el tipo de oyentes de EROS. Lo que había hecho que el descenso en el ascensor resultara tan doloroso. Se había expuesto a la humillación por la promoción de su radio.
A pesar de que le acababan de destrozar la vida, le había dado las gracias. Una mujer bien educada. EROS, Sede de Gran Música, despacho del señor Rush. Necesito que saques el contrato de la chica de San Valentín.
Sí, señor. La vida era demasiado corta para eso. Aún esperaba que EROS se beneficiara de esa cobertura viral, pero el contrato también los vinculaba a ellos durante el próximo año. Tanto se concentró que al entrar en el cuartel general de su cadena ya lo tenía trazado.
Está con Nigel. Nigel Westerly. El propietario de la cadena. Nigel Westerly no había amasado una de las fortunas más grandes del país por ser manipulable.
Bueno, si tenían que despedirlo, prefería que lo hiciera uno de los hombres que más admiraba de Inglaterra. Con elegancia empujó las puertas dobles del despacho de su director y se anunció.
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