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🎧 AudioQuin ✅ La Mujer Que Quiero

🎧 AudioQuin ✅ La Mujer Que Quiero

El empresario australiano Sebastien Castellano estaba acostumbrado a que las mujeres cayeran rendidas a sus pies... ¡no al contrario!
Ella Martinez llevaba años limpiando el polvo a las fotos de Sebastien y no comprendía los motivos que le habían llevado de vuelta a Francia, a la casa donde se crió. Para el hijo de Ella Martinez, Sebastien se convirtió en un héroe... y a ella, Seb la enamoró y le hizo pasar un verano inolvidable.


Resumen...

Es la primera vez que tengo cuarenta huéspedes un fin de semana.

Me he enterado de que fuiste tú quien recomendó este hotel a Nicole, después de que decidiera celebrar su cumpleaños aquí el próximo fin de semana. No sabes cuánto me alegro de que Nicole haya decidido celebrar su cumpleaños en su casa de campo en vez de quedarse en París. Ella cerró los ojos y sonrió. Tenemos mucha suerte, entonces.

Nicole se merece una fiesta de cumpleaños maravillosa y voy a hacer todo lo que esté en mis manos para que así sea. Al fin y al cabo, sólo se cumple sesenta años una vez en la vida. Sebastien Castellano tamborileó los dedos de ambas manos en el asiento de cuero del coche deportivo italiano mientras trataba de mantener la calma. Tenía los ojos fijos en las hileras de parras que se extendían desde el lugar de la carretera donde había parado el coche hasta perderse en unas verdes colinas en medio del Languedoc.

Había pasado la noche entera y parte del jueves trabajando con Matt y un equipo de negociadores de PSN Media en una sala de conferencias en Montpellier con el fin de salvar los cientos de puestos de trabajo que constituían Castellano Tech en Australia. Cierto que era la empresa de comunicaciones más importante del mundo en su campo, pero Castellano Tech era su empresa, una empresa que había creado de la nada. Conocía a sus empleados personalmente y muchos llevaban en la empresa desde sus comienzos. Su equipo había convertido Castellano Tech en una de las empresas de sistemas de comunicación más importantes de Australia, y no iba a dejarlos en la estacada por un puñado de dólares.

El director financiero de la empresa suspiró. Pero se equivocaban, Sebastien Castellano no iba a dejarse comprar y se lo iba a demostrar. Hace unas horas les dijimos a los de PSN Media que tenían el fin de semana para preparar la propuesta final. Ah, y saluda a Nicole de mi parte.

Ha debido de alegrarse mucho de que estuvieras en Francia y que pudieras ir a su cumpleaños. En cuestión de seis meses, el sistema de comunicaciones diseñado por su equipo y él en un garaje de Sídney podría llegar a ser utilizado en todo el mundo. En cuestión de días, Castellano Tech podría formar parte de una multinacional y ocupar un asiento en la junta directiva, con nuevas responsabilidades y un futuro brillante en la esfera laboral. Trabajaría en Sídney, en las oficinas de su empresa.

El dinero de la venta de Castellano Tech le proporcionaría los medios técnicos y financieros para financiar Helene Castellano Foundation. Los esquemas piloto por toda Oceanía ya habían demostrado que el acceso a la tecnología moderna y a los sistemas de comunicación contribuía a una mejora en la calidad de vida de las gentes en las zonas más remotas del planeta. A su madre, Helene, le habría encantado la idea. Estaba deseando volver a Sídney para ponerse a trabajar.

Ya tenía un equipo y había hecho planes, sólo le faltaba luz verde y una buena parte de la cifra de nueve dígitos que PSN Media iba a pagar por su empresa. Pero eso sería la semana siguiente. Ese día iba a reunirse con Nicole Lambert, la encantadora mujer que había sido su madrastra durante doce turbulentos años antes de divorciarse de su padre, marcharse de Sídney y volver a París. En la adolescencia, él le había causado muchos quebraderos de cabeza, pero Nicole siempre le había apoyado y en todo, a pesar de que él, por aquel entonces, jamás se lo había agradecido.

Su relación había mejorado durante los últimos años que pasaron juntos en Sídney, pero aún estaba en deuda con Nicole. Daba la casualidad que las oficinas centrales de PSN Media en Europa estaban en Montpellier, no excesivamente lejos de la vieja casa de campo de la familia Castellano en el Languedoc, donde Nicole iba a celebrar su cumpleaños. Nicole se había alegrado mucho de que pudiera asistir a la fiesta de cumpleaños y había insistido en que se hospedara en la casa, no en un hotel. Lo que significaba que, si llegaban a un acuerdo y firmaba, tal y como él esperaba, en una semana estaría de vuelta en Sídney, ocupando su nuevo puesto de trabajo, y no en Languedoc ayudando a Nicole a preparar su fiesta de cumpleaños.

Pero, al menos, iba a pasar un fin de semana con ella. Había llegado el momento de darle a Nicole la mala noticia y pedirle disculpas por no serle posible asistir a su fiesta de cumpleaños. Con un poco de suerte, Nicole le perdonaría.

Sandrine le había llamado aquella mañana para preguntarle si podía ir al hotel a ayudarla a servir la comida a un grupo de americanos aficionados al jazz que habían ido a un festival de jazz que tenía lugar durante el fin de semana en un pueblo vecino. Le habría encantado poder ir al festival a oír la música que más le gustaba, la música que cantaba y tocaba a nivel profesional desde que tenía dieciséis años. La música con la que sus padres aún se ganaban la vida. Lo mejor era olvidarse de ello y disfrutar la vida en aquel maravilloso lugar.

Nicole era encantadora, buena y generosa, y le había dado un hogar y un trabajo cuando más lo había necesitado. Por eso, estaba dispuesta a hacer todo lo que estuviera en sus manos con el fin de asegurarse de que disfrutase de una extraordinaria fiesta de cumpleaños. Por primera vez desde que había ido a vivir ahí, la casa iba a estar concurrida, llena de vida y humor. Después de la fiesta, Nicole se iba a ausentar una o dos semanas y luego volvería a pasar allí el mes de agosto, como solía hacer.

Esa zona del Languedoc no era como Niza o Marsella, no había luces de ciudad ni concurridas calles ni bares de moda. Era una zona rural, con pequeños hoteles como el de Sandrine y pequeños pueblos en Carmargue o al este de Provenza. Se le partía el corazón cuando iba por las tardes al hotel de Sandrine a tocar el piano, pero necesitaba el dinero extra.

Sólo tenía que mirar a Dan a los ojos para ver al hombre que había amado y con el que se había casado. Por nada del mundo. Seb salió del fresco interior de su coche para estirar las piernas en la verde cuneta de la carretera. Enfrente, al otro lado de la carretera, las puertas de la verja de Mas Tournesol, la casa de campo en la que había nacido y había pasado los doce primeros años de su vida.

Pensó en el río que corría al otro lado de la hilera de árboles a la izquierda de donde se encontraba y recordó lo bien que lo había pasado allí pescando con su padre. Una súbita tristeza le invadió al recordar la última vez que había recorrido aquel sendero, camino de su nueva vida en un país lejano. Cerró los ojos durante un segundo y, mentalmente, conjuró la imagen del jardín de su madre, lleno de flores y abejas recogiendo polen. Y durante un momento, regresó al pasado, al lugar en la tierra que llevaba dentro, a los tiempos más felices de su vida.

Antes de que su madre muriera. Seb abrió los ojos despacio y se ajustó las gafas de sol. Llevaba en Sídney desde los doce años y le gustaba mucho su vida allí, pero seguía sintiéndose francés, llevaba muy dentro su tierra y su cultura. El hecho le había dejado perplejo al principio, pero no había permitido que le destrozara la vida.

Al margen de quién pudiera haber sido su padre, estaba orgulloso de su madre, siempre lo estaría. Y su madre se había llevado el secreto a la tumba. Ahora que iba a pasar unos días con Nicole, quizá pudiera averiguar la verdad. Ahora regresaba a la casa que, en esos momentos, pertenecía a su madrastra, Nicole, después de divorciarse de su padre.

Sí, ahora la casa era de Nicole y podía hacer con ella lo que quisiera. Y eso significaba honrar el nombre de su madre a través de las obras benéficas que realizaba. Su antigua vida ya había acabado. Y cuanto antes regresara a Sídney y empezara sus nuevos proyectos, mejor.

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